sábado, 26 de abril de 2014

Veszprém

Ríos de tecla han corrido ya en este blog acerca de los países vecinos de Eslovenia. De todos excepto de uno, el más alejado de mi zona. Pero probablemente no sea esa la única razón, y es que Hungría tal vez sea el vecino al que los eslovenos le prestan menos atención. Es con el país que tiene menos kilómetros de frontera, y los más alejados del centro del estado. A ningún esloveno se le oye hablar de que se ha ido de compras o de vacaciones a Hungría, como sí ocurre con Austria, Italia y Croacia. De hecho, pensad que me ha llevado casi cuatro años visitarlo, más allá de aquella vez que pisamos la frontera. Martijn y yo llevábamos mucho tiempo hablando de visitar a Zoltan, otro amigo de la época del SVE. Y un fin de semana de marzo por fin lo llevamos a cabo. Casi cuatrocientos kilómetros de carretera, en los que decidimos no coger la autopista en Hungría para evitar pagar la "viñeta" del peaje. Nos llevó más tiempo, pero también convirtió la ruta en una experiencia más interesante y no exenta de sobresaltos, cruzando innumerables pueblos húngaros. Primero, junto a la frontera con el Prekmurje esloveno, de aspecto totalmente deprimente, en condiciones un tanto precarias. Después, una vez llegados a la orilla del inmenso y famoso lago Balatón, de aspecto más cuidado.

En la Hungría profunda

Muy cerca del extremo oriental del lago se encuentra una ciudad de más de sesenta mil habitantes, bastante grande para los estándares eslovenos pero que en Hungría se queda aún lejos de las ciudades más grandes. Por nombre lleva Veszprém y en ella nació y creció Zoltan. Llevábamos mucho tiempo sin vernos, pero aún así disfrutamos mucho del tiempo juntos. Nos echamos nuestras risas y también pudimos conocer a fondo la ciudad, paseando a pesar del tiempo inestable. Veszprém me sorprendió muy gratamente, pues tiene un casco antiguo de considerable tamaño y muy bonito, con una arquitectura que, como no podía ser de otra manera, cumple todos los cánones austrohúngaros. Pudimos charlar también sobre el peculiar idioma húngaro y las condiciones de vida allí, con unos salarios miserables y unos precios que para los que tengan euro en su país son bastante bajos, pero no para los locales. Siempre he pensado que los húngaros son gente un tanto rara, por las experiencias que he tenido con algunos de ellos. Esta vez era mi segunda ocasión en Hungría, tras la visita a Budapest (que por otra parte, para mí es la ciudad más bonita en la que he estado) de mi época erasmus, y ha contribuido a cambiar totalmente mi opinión. A ello también ayudó lo bien que lo pasamos por la noche con Zoltan y sus amigos, con un inglés destacable para ser húngaros y muy agradables, a pesar de que me quisieran alcoholizarme, entre otras cosas con pálinka, el licor nacional de los húngaros.

Veszprém
La plaza principal de la ciudad con la torre de los bomberos
al fondo, uno de sus símbolos
Lugar encantador junto al casco antiguo
Chupitos patrióticos. Y es que los húngaros son gente muy
patriota. Cualquier sitio es bueno para tener la bandera

La mañana del domingo decidimos hacer una visita fugaz al Balatón antes de volver a Eslovenia. Nos acercamos a una de las localidades más grandes y más turísticas de este lado del lago, Balatonfüred. Estaba prácticamente desierto, pero aún así fue interesante ver ese ambiente desangelado que tienen los resorts de veraneo en otra época del año. Contraste aún mayor si comparábamos su saludable aspecto con los deprimidos pueblos de la frontera. El lago lo había visto aquella vez en el tren de Budapest a Zagreb, pero esta vez lo vi con otros ojos totalmente distintos. Es un lago de dimensiones enormes, en el que no se ve la otra orilla en todas las direcciones y que llega a tener olas pequeñas. Quién sabe cómo será veranear allí.

Un lago enorme
En el Balatón se mueve dinero

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