jueves, 22 de diciembre de 2011

T.G.I.F.

El viernes pasado fue el primer viernes que salí por Liubliana. Curioso que sea ahora que no vivo allí, y después de tantísimo tiempo. Pero no lo escondo, desde que vine a Eslovenia llevo una vida de pureta total, y yo tan a gusto. La razón fue que teníamos un par de fiestas de amigos. La primera era una celebración de cumpleaños de una amiga de Monika. Estuvimos en su piso en Bežigrad (uno de los barrios principales de la capital) picando algo y después marchamos para el centro al segundo evento de la noche. Silvia, otra voluntaria española, celebraba una fiesta de despedida, ya que se marchaba a casa, de momento para no volver. Una pena, porque Silvia diría que fue mi primera amiga por aquí, y la echaré mucho de menos. Cuando llegamos a Green Space (un nuevo bar de tapas en el centro regentado por un francés y un español, pero en el que no comimos nada; ya habrá otra ocasión) los ánimos ya estaban caldeados y después de algunos "bambus", que como ya he dicho algunas veces es el calimocho esloveno, nos marchamos a Orto. Es uno de los pocos garitos de rock al margen de los de Metelkova. Está un poco a las afueras del centro y, sí, os podéis reír con el nombre (que por cierto, mi paquete de telefonía también se llama así; no sé que les pasará a los eslovenos con los ortos). Ya había estado hacía mucho tiempo, pero no en este plan. La verdad es que estaba hasta arriba y nos los pasamos bastante bien, hasta que Monika y yo nos fuimos a dormir a casa del ex-vecino, al lado de nuestra antigua morada. Fue una sensación entrañable salir en fin de semana en la ciudad después de tanto tiempo y ver ese ambiente especial que recorre las calles.

¡¡¡Silvia vuelve!!!

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