miércoles, 14 de diciembre de 2011

Noch einmal in Wien

Sí, amigos que entienden algo de alemán. A este paso va camino de convertirse en una tradición, y no es otra cosa que la visita navideña a Viena. Si el año pasado fue el fin de semana anterior a mi cumpleaños, éste lo ha sido el de justo después. Muchas cosas han sido iguales, pero otras han sido bastante diferentes. Esta vez fuimos en coche con amigos eslovenos, saliendo el sábado prontito por la mañana desde Zasip y llegando a la otrora capital habsbúrguica para comer, cosa que hicimos (como no podía ser de otra forma) en Deewan. El trayecto se alargó un poco más de lo esperado, porque las autoridades eslovenas tuvieron a bien cerrar el tramo de autopista entre Celje y Slovenske Konjice (dos localidades importantes) sin una razón de peso. Yo creo que simplemente por joder un poco al personal. La frontera la cruzamos en Šentilj, que precisamente fue el primer punto por el que entré en Eslovenia allá por julio de 2009. Por cierto, he de decir que las autopistas eslovenas no le tienen nada que envidiar a las austriacas, y que en algunos aspectos son incluso mejores.

Una de las paradas a la ida la hicimos en Trojane,
lugar típico de parada en los viajes por Eslovenia
para degustar sus famosos y típicos "krofi",
que son una especie de donuts. A mí no me
gustan especialmente, pero había ganas de
probarlos allí, que es curioso ver los anuncios
por las zonas cercanas de la autopista. Atención a la
calidad de la foto, hecha con mi flamante nuevo móvil

Nos volvimos el domingo cuando cayó la noche, así que en realidad estuvimos un poquito más de 24 horas. Horas que nos dieron para visitar unos cuantos mercados navideños (el del ayuntamiento es increíble la de visitantes que tiene), con su correspodiente "Glühwein". Esta vez también cayeron unos cuantos "Punsch" (ponche), que los había de mil sabores diferentes. Y, por descontando, también catamos el famoso kebab vienés. Este año además nos permitimos el "lujo" de ir a la ópera. Es un decir lujo, porque las entradas (de pie) salieron a dos euros por barba. La primera parte sí nos tocó aguantar como unos campeones, pero fichamos unos asientos libres y ya para la segunda la vimos tan ricamente sentaditos. ¿Y qué vimos? Pues Carmen, que yo ya la había visto, pero no en la Volksoper como en esta ocasión sino en la Staatsoper (con la consiguiente diferencia de calidad), y no en alemán sino en francés, idioma de la versión original. Me extrañó el hecho de que fuese en ese idioma, pero tal vez se deba a que la Volksoper es la ópera popular, como su propio nombre indica. En fin, ni idea.

Con todos ustedes el mejor postre de la historia:
"mango kheer", cortesía de Deewan

Claro está que de nuevo me entraron ganas de quedarme mucho más tiempo allí, pero no me sentí tan extraño como el año pasado. El tiempo pasa y el erasmus me parece ya algo lejanísimo. Y gracias a esto disfruté mucho más la visita. Pudimos ver a algunos amigos de aquella época con los que aún tenemos contacto, pero, la verdad, ya no sé sí me gustaría vivir allí. Por una parte sí y por otra no. Otra cosa que pude comprobar es que, como me temía, mi alemán prácticamente ha pasado a mejor vida. Si leo algo puedo entender más o menos, pero si intento hablar el esloveno siempre me invade la frase. Y es que supongo que los tengo almacenados en la misma parte del cerebro. Con el inglés no me pasa, pero digo yo que será porque lo tengo mucho más asimilado. Al menos, puedo decir que mi esloveno no está nada mal, porque casi todo el finde lo pasé hablándolo, y no poco.

El mercadillo navideño de Spittelberg, uno de los más coquetos.
Nótese la falta de nieve. Por aquí nos seguimos preguntando
dónde está

3 comentarios:

  1. El postre ese será cojonudo pero tiene una pinta pésima

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  2. Lo sé. Eso pensaba yo también antes de probarlo. De hecho, ni creía que fuese un postre.

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  3. Y como una hace un año, escribo también en éste.

    Joaquín Sabina escribió en la canción "Peces de ciudad" (por cierto, una de mis favoritas): "que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver". Quizás en parte es verdad, pero lo mágico que es volver y revolver...

    jita.

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